Sinopsis
Prólogo
Ángel guardián
La preparación
Los mejores momentos
Por qué Dios me envió a la tierra
Lo que soy
La extraña joven
La segunda plaga
Mi familia
Mi historia
La preparación
El Génesis
El dolor o la felicidad?
El rostro borrado (primera parte)
El rostro borrado (segunda parte)
La amenaza
Presagio
Una tarde en la vida de la Muerte
El mundo dividido en dos
El recuerdo que jamás olvidaré
La oportunidad
El fin es solo el comienzo
Epílogo
Por qué Dios me envió a la tierra
Castiel


No todos sabían la razón por la que fui él elegido de Dios para esta misión, ni siquiera yo tenía una respuesta certera a eso, pero improvisaré, siempre improvisaba cuando había cosas que no sabía.

Hoy contaré esa parte de la historia...

Tamara, la hermana de Dios, fue una de los primeros seres que han existido desde el principio junto a Dios. En ese momento, cuando no había absolutamente nada. Solo se encontraban ellos dos contra el Vacío y la Muerte. El Vacío es uno de los seres celestiales más poderosos que se conocen, no muchos lo saben, ya que es algo tan Vacío que no tiene forma y no tiene nada. Según la leyenda que cuentan los ángeles, el Vacío era la amiga de la Muerte, pero las cosas cambiaron repentinamente gracias a Tamara.

Dios tenía la idea de crear a personas a su semejanza, pero con emoción y sentimientos, ya que él no podía tenerlos. Quería que las cosas sean mucho mejores para lograr un nuevo mundo, un nuevo comienzo, que sería el principio del final feliz para su familia. La idea de Dios no era mala, sonaba perfecta. Él tenía todo un plan perfecto para ejecutar, siempre sabía lo que tenía que hacer, nunca hacía las cosas sin una razón.

Las razones de Dios solo las veía él, muchas veces, nosotros nos preguntábamos y no lográbamos entender. Mi padre tenía un modo de ver las cosas muy diferente al resto, pensaba todo y actuaba de un modo subliminal. Estaba bien, yo no podía hacer nada en contra de sus actos. Dios siempre estaba y eso muchas personas no lo comprendían, aún no lo comprenden.

Las personas prefieren creer que Dios las ha abandonado, pero eso no es cierto, un padre celestial y tan importante como lo es Él, jamás abandonaría a sus hijos. Mi padre tenía muchos modos de castigar, pero lo hacía siempre con un propósito y para cumplir un destino ya escrito por la tejedora del mismo.

Tamara tenía otra ideología acerca de lo que Dios quiera crear. Ella no quería eso, ella lo quería solo para ella, para su verdadera familia, solo para ellos dos. No quería a nadie más en el plan, ella deseaba un plan que solo sea para su familia. Entonces le dijo: “¿Para qué crear algo sí me tienes a mí?, Tú familia... tú única y real familia, la única que siempre va estar ahí para ti. Y espero que tú lo estés para mí cuando te necesite, porque sé que tengo poderes... que somos especiales, pero... a veces, está bien pedir ayuda”. Su hermana le abrió el corazón de una manera que nunca antes se había visto, era demasiado hermoso y glorioso.

Un ser tan importante como la Oscuridad siendo sincera, era un milagro, ya que esas cosas solo pasaban una vez. Tamara había usado esa vez como la primera y última. Ya no habría otra oportunidad real para asimilar una verdad. Saber eso, no era agradable para mi padre, pero no podía hacer nada para cambiar una realidad como esa. Ellos eran así, no había modo de cambiar su verdad, su realidad.

Había muchas cosas que ellos deseaban cambiar, pero Dios pensaba mucho antes de hacerlo, Tamara no pensaba más que en ella y su hermano, no pensaba en nada más que en ellos.

Dios, al escuchar que ella no quería que los seres humanos lleguen a la tierra, tomó una de sus primeras órdenes, la orden de expulsar a su propia familia, a su propia hermana, traicionar a su propia sangre. Después de todo, sabía que ella estaría bien sola y que allí podría pensar en ella sola.

Tamara fue desterrada del cielo y empezó a crear su venganza hacia lo sucedido, pero eso será otro capítulo que leeremos muy pronto.

Tamara no había hecho nada malo, pero Dios aún no lo comprendía, no le gustaba que lo subestimen o que negaran lo que él quiera cumplir. Por eso, hizo lo que hizo con su hermana, me pareció que fue algo duro, pero no era nadie para hablar u opinar sobre eso.

Tamara, no era la única que sentía celos de su hermano también estaba el propio hijo de Dios, Lucifer, sí. Lucifer no era malo en aquella época, él solo quería que su padre lo tome realmente en serio. Por primera vez en su vida, Lucifer quería ser amado solo por su padre, él jamás se agacharía a los pies de un simple mundano. No quería ser expuesto a una raza de menor poder que el suyo, por ese motivo, no se iba a arrodillar por un ser humano.

Lucifer no tomo una de sus mejores decisiones y desafío a su padre con una simple pregunta: “¿Por qué crear unos nuevos hijos?, aquí estoy padre, mis hermanos también... ¿ya te has aburrido de nosotros?, ¿quieres que cambiemos?, lo haremos... pero no necesariamente necesitas crear a los mundanos”.

Dios, al escuchar nuevamente un desafío de parte de su familia, tomó la decisión de expulsar a su hijo y llevarlo al infierno. En ese momento, todo era diferente allí, nada era como ahora se dice ser. El infierno fue creado como se conoce hoy en día gracias a Lucifer.

El infierno era uno de esos lugares helados, no había nada, hasta que el hijo de Dios tocó el centro perdiendo sus alas como castigo. Pero como si eso fuera poco, cuando las alas se desprendieron se creó una gran bola de fuego y de ella, estalló creando consigo el infierno que hoy por hoy se ha de conocer. Muchos niveles se fueron creando a medida que la fuerza gravitatoria de la implosión se llevaba a cabo.

Y luego estaba yo... Siempre quise saber cómo se sentía sentir emociones, sentimientos, dolor, amor y amistad. Eran cosas que supuestamente las nuevas criaturas sentirían, y se oía completamente mágico. En ese segundo, se creó lo que se llamaba magia.

Él vio que yo era el único que apoyaba su decisión de crear una humanidad que sienta, sufra y sea feliz, así que tomó la decisión más hermosa que se le haya ocurrido antes.

Él me dijo mirándome a los ojos con una gran sonrisa en su rostro: “Castiel, tú serás uno de mis ángeles, un ángel guardián”. Lo dijo de una manera tan especial que mi rostro se iluminó, pero luego prosiguió con su oración: “Tú misión será ayudar a esta muchacha”.

“Oh padre mío, doy las gracias por mí misión, tengo una misión... No fallaré, no voy a fallar”. Eso salió de mis labios tan rápido que no pude ni siquiera pensar en lo que decía.

Él me llevó a la tierra y me lo mostró, me mostró todo lo relacionado con la joven que cuidaría... en ese momento, no existían los envases, yo solo podía ayudar a mí humilde humano con sueños, pero ella jamás me vio ni me escuchó. Eso lo hacía más complicado, el poder ayudarla era algo imposible, pero trataba de hacer todo lo posible. En su momento, las cosas que pesé no tenían explicación.

Siempre traté de hacer todo lo posibles por mis misiones, siempre me mantuve distante, pero cerca cuando debía. No podía estar detrás de la misión, pero trataba de hacer lo posible para tenerla cerca. La realidad era simple, había cosas que no podía cambiar, pero hacía lo necesario para que la misión logre sus objetivos y sea feliz.

Luego de la muerte de mí humano, dejé de creer que la humanidad era feliz y bendecida... la tierra jamás prosperaría, año tras año, fueron pasando y cada día se veía más triste y desesperada. Cada vez, todo se encontraba aún peor que antes y el dolor en los ángeles era tan fuerte que algunos no lo pudieron soportar y se lanzaron directamente al vacío, para que él o ella se apodere de su gracia y que las cosas cambien para esos pobres ángeles que tomaron una mala decisión, esos ángeles quedarían por siempre en el vacío y no habría manera de regresar de allí, no había manera de vencer algo que no es nada.

Fui a Dios, a su lado, estaba allí tan cerca de él que no sabía si hacer o no la pregunta que tenía dentro de mi mente hace mucho tiempo, esperaba que me respondiera con sinceridad. Pero era mi padre, evidentemente, debería responder de ese modo, y por eso me acerqué aún más a él. Necesitaba respuestas y las deseaba, quería que él las respondiera.

Me constaba hacerle preguntas, nunca las respondía de modo correcto, siempre nos dejaba con más intriga. La intriga no era justa, no para nosotros, teníamos derecho a saber. No comprendía la razón por la cual nos evitaba.

Toqué su hombro y le pregunté: “¿La venganza de Tamara se estará realizando?” Alcé una ceja sutilmente, mirando sus ojos atentamente, mientras que mis manos iban a mi cabello para acomodar mi cabellera.

No sentía nada, pero no estaba como todos los días, actuaba extraño. Esperaba que mi padre no se diera cuenta de mis actos, pero era Dios, es imposible que no se de cuenta de los actos de sus hijos.

“Castiel, eso no pasará... Tamara está pudriéndose en el infierno junto a mi hijo”, me dijo tan seguro que no pude dudar en su palabra. No podía hacerlo de todas formas.

Me retiré del lugar, me fui caminando lentamente, sin mirar atrás y luego de mínimo cinco eones luz, Dios, me volvió a elegir para esta misión, la misión de Rubby Ebay. Estaba perdido en el cielo, no paré ni un segundo terrenal.

En mi cabeza y en la de muchos ángeles y arcángeles pensamos: ¿Cuándo es que Tamara se vengará?, ¿por qué tarda tanto en cumplir su palabra? Y la pregunta que más nos hacemos... ¿Podrá matar a Dios? Y ¿Podrá crear el Apocalipsis?
¿Tamara era tan mala como nosotros creemos?, ¿por qué hacía o planeaba que Dios se encuentre mal?, ¿por qué quería verlo sufrir?, ¿qué es lo que pude ganar haciendo eso?

No tiene mucho sentido lo que planeaba, pero todos estábamos listos para lo que muy pronto vendría, todos estábamos atentos para resolver cualquier inquietud que se pueda crear, todos nos uniremos por el bien común. Eso es lo primordial para mí padre.

Todas esas preguntas, sabía que serían respondidas en su momento, sabía que todo aquello iba a tener una solución. No quería fallar a mi palabra de ángel, no quería ser un ángel pecador. No podía ser uno de esos ángeles.

Ser un ángel pecador era ser la desgracia para el cielo, yo no podía llevar ese apodo. Sabía que pocos de mis hermanos lo llevaron, tenían aquel nombre; ellos no lo superaron y se suicidaron. Cuando un ángel se suicida todo pierde sentido. Un ser tan majestuoso no debería de hacer tal cosa, pero muchos lo hacían con el propósito de superar la desgracia.

No sabía muchas cosas que no comprendía de la tierra, cielo, infierno y otros lugares. Quería respuestas como, en ese aspecto, me sentía como un humano, ya que ellos siempre quieren tener respuestas. Muchas veces, no las conseguían y otras ni siquiera las preguntaban para obtener una respuesta.

No tenía ganas de quejarme, pero algo en mi interior quería quejarse ferozmente. Sabía que quejarse no era la solución a mis problemas, así que no lo hice, solo esperé el momento correcto para tener mis respuestas. Me llevó un tiempo, el necesario para pensar cómo reaccionar, aunque cuando las respuestas llegaron ya era demasiado tarde para reaccionar.

La historia de mi vida era bastante sencilla, no había algo diferente o extraño, pero ahora, las cosas eran diferentes. Todo es diferente, pero no puedo adelantar lo que está sucediendo en mi vida. Quería contarles lo que había vivido y esta es tan solo una pequeña porción de mi pasado.

El pasado no siempre es una buena historia, pero he decidido contarla para que puedan ver con sus propios ojos que Dios jamás abandona, para que cada uno de ustedes se de cuenta que hasta los ángeles hemos pensado en algún momento que fuimos olvidados por nuestro padre, pero tarde o temprano, él aparecerá curando cada cicatriz.

Recuerdo muchas cosas de ese tiempo, tantas que muchas ya las he olvidado, pero antes de que eso suceda decidí en su momento escribir mi historia, pensaba que hacerlo ayudaría a muchas personas a recordar lo olvidado. A veces, me encuentro en aprietos, pensando y pensando la manera de recordar algo que ya no puedo recordar, entonces, solo entonces, puedo agarrar este libro y empezar a recordar lo que alguna vez olvidé.

Hay cosas que todavía me he de castigar, lo hago en la espera de que mi padre me libre del dolor de mis actos, pero ese momento no ha de llegar nunca. Supongo que de ese modo es como él me castiga, no quiero pensar que es así, pero si lo hago siento una pequeña porción de paz dentro de mí.

Hice cosas de las que debería arrepentirme, pero no lo hago, sé que volvería hacerlo una, dos, tres y mil veces más. No me arrepiento de nada de lo que hice, nada.

Ahora me encuentro sentado en el sofá de mi casa, viendo por la ventana a una persona, a mi ser favorito junto a otro que adoraba. En el pasado, no podía recordar mi amor, pero ahora estoy seguro que todo lo que hice en su momento fue por un bien y no el común.

© Byther Sarrafoglu,
книга «El ángel pecador».
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