Sinopsis
Prólogo
Ángel guardián
La preparación
Los mejores momentos
Por qué Dios me envió a la tierra
Lo que soy
La extraña joven
La segunda plaga
Mi familia
Mi historia
La preparación
El Génesis
El dolor o la felicidad?
El rostro borrado (primera parte)
El rostro borrado (segunda parte)
La amenaza
Presagio
Una tarde en la vida de la Muerte
El mundo dividido en dos
El recuerdo que jamás olvidaré
La oportunidad
El fin es solo el comienzo
Epílogo
La amenaza
Rubby

Eran las diez de la noche, no podía dormir, pero todo parecía normal. Salí a mi jardín luego de tratar de dormir, lo cual me parecía inútil, ya que por una extraña razón no lo podía hacer. Eso no me pasaba desde niña, ¿por qué me volvería a suceder luego de tanto tiempo? No me parecía nada coherente, pero no sabía. Últimamente, las cosas no estaban del todo bien en mi vida, lo suponía, pero muy en el fondo lo sabía.

Quise pensar que todo ocurría por alguna razón superior a nosotros, pero no lo sabía y temía tener la razón. Era una niña que no sabía lo que era tener la razón, no sabía más de lo que sabía. Muchas personas subestiman a los niños, pero no debería de ser así, ya que muchas veces, nosotros sabemos más que un adulto. Eso es lo que estaba ocurriendo en ese momento, pero yo no lo sabía, al menos, no del todo.

Me recosté en el césped fresco y húmedo, observaba el maravilloso azul del cielo, cubierto de hermosas estrellas y una luna llena que alumbraba todo el vecindario. Comencé a oír ruidos, pero no le di importancia, creyendo que era Noha, el perro de la vecina, cerré mis ojos sintiendo el viento chocar con mi rostro, hermosa sensación, hasta que por un momento sentí como alguien tapó mi boca con un pañuelo lleno de formol.

Aquello no me hacía efecto aún, pero era obvio que lo haría muy pronto. El formol lograba eso en cualquier ser humano, era imposible ser inmune a eso, al menos, eso era lo que yo pensaba en su momento. Cosas que pensaba, no podía negar aquello.

—¡AYUDA! —Comencé a gritar, esperaba que alguien me ayudara.

—Lo siento mucho —sonrió y me pegó en la nariz, dejándome inconsciente.

Me duermo, pero aún puedo sentir el dolor producido por el golpe. Estaba en algún lugar extraño, aunque no sabía dónde, ya que todavía no podía abrir mis ojos. El formol hizo efecto, pero el golpe me había dejado en shock, había sido el golpe más fuerte que me habían dado hasta ese instante.

Desperté en una limusina, estaba recostada. Traté de sentarme, así podría visualizar mejor por la ventanilla. Quizás sabría la localización con tan solo ver alguna referencia del lugar. Esperaba que así sea.

—¡AYUDA! —Miré por la ventanilla.

—Aún no, mi vida —Me pegó nuevamente.

Luego de unas horas, desperté atada a un sofá con sogas, con una sustancia que me quemaba, se podían ver mis venas; la sangre no dejaba de escurrir. Había más personas, pero estas solo me miraban con desprecio y asco, no podía comprender porqué tal atrocidad hacia mi ser, ¿qué había hecho?

Necesitaba salir con vida, yo quería vivir. Quería mantenerme a salvo, no quería morir. Creo que era muy diferente a muchas personas, algunas personas querían morir y yo estaba luchando para seguir viva. No comprendía la razón por la cual Dios dejaba que esas cosas pasaran. Matar a seres que querían vivir y no a los que deseaban morir.

—Por favor, ya basta —Traté de moverme como pude.

—Es inútil, linda, si te mueves más morirás —Sonrió y sus ojos se volvieron rojos.

—¿Qué eres? —Pregunté asustada y en pánico.

—Una persona, ¿qué más puedo ser? —Alzó una ceja sin dejar de verme con sus ojos rojos.

—¿Y por qué si eres humana tienes esos ojos rojos? —Pregunté entre sollozos.

Alzó nuevamente una ceja y ladeó su cabeza— ¿cómo lo puedes ver? —Sonrió—. Ya veo, es cierto lo que dicen de ti —se impresionó, al menos, eso me demostró su rostro en completo shock—. ¿Cómo es posible que seas tú?

Alcé una ceja, fruncí el ceño y ladeé la cabeza—. ¿De qué hablas?

—Tú eres una maldita amenaza para mi Lord.

—¿Tu Lord? —La miré—. ¿De qué hablas? —Pregunté furiosa.

—Lucifer —Dijo con obviedad—. Hablo que tú eres una amenaza para él, maldita híbrida.

Fruncí el ceño sin comprender ni una palabra—. ¿Amenaza? —Alcé ambas cejas esperando una respuesta—. ¿Híbrida?

—Así es, hermosa, ¿por qué crees que puedes ver a todos los sobrenaturales? porque eres un híbrido de Ángel y demonio.

Sollocé sin poder creer lo que estaba escuchando, eso era imposible—No es posible, yo solo soy una persona, soy Rubby, una simple humana.

—Sí, sigue diciendo eso. ¿Quieres ver que no eres lo que piensas?

—No, no necesito ver, yo solo quiero irme, déjeme.

—Lo siento, ya es tarde —Me levantó y me ató en unas sogas con otro tipo de sustancias—. Te dolerá y mucho, no te muevas, esta es la primera prueba. La sustancia es el “chin" de un ángel, si eres uno esto dolerá lo suficiente, en tres, dos, uno....

Grité de dolor como nunca lo había hecho en mi vida—Ya basta, por favor déjeme, duele, ya basta.

—Bien, ángel eres —Me soltó—. Veremos con esto, bebé —Me clavó una madera roja en mi hombro.

No podía continuar, eso era demasiado doloroso.

—Ya basta, duele... —Me desmayé.

—Ohm... sí, genial, con razón mi Lord te ve como amenaza. Eres más demonio que ángel, eso es… —Soltó una carcajada sonora.

Luego de unas horas, desperté en el sofá con un montón de personas viéndome. Eso era una verdadera extrañeza, nunca había visualizado a personas que quieran verme, era demasiado extraño.

—¡YA BASTA!, déjeme.

—No, linda, lo siento, tú no serás una amenaza para nuestro Lord —Entre todos dicen aquello que no esperaba escuchar.

—No, jamás... yo no seré nada —Dije negando con la cabeza más de una vez.

Apareció un sujeto que no pude visualizar del todo.

—¡AYUDA! —Me desmayé.

Aún así, podía escuchar todo lo que estaba sucediendo.

—Castiel... siempre arruinado todo, eres un maldito.

—Sí, sí, lo que digas... no me importa, déjala.

—No, lo siento, pero ella es lo que buscamos.

—Encuentren otra —Sentí como alguien me agarró en brazos y me llevó hacia una montaña.

Desperté en una montaña, sin comprender qué sucedía, solo recordaba el secuestro y a Castiel sacándome de allí. Me levanté con cuidado y vi a Cass observando el cielo. Le dediqué una pequeña sonrisa, aunque él no podía verme, no me estaba mirando.

—Castiel... —lo miré—. Yo no sé qué es lo que está sucediendo.

—Rubby, ya está, todo está bien —sonrió ocultando algo en esa sonrisa—. Ya vienen, agárrate de mis hombros.

Se oían ruidos extraños y supe que Castiel tenía razón, ellos ya estaban ahí. Los demonios atacarían, ellos deseaban verme muerta.

—¿De tus qué? —Alcé una ceja—. ¿Te das cuenta de qué estamos en una montaña y qué estas cosas vienen por nosotros?

—Por eso lo digo —Hizo cara como que estaba hablando obvio.

—¿Usaras eso? —Me acerqué a él—. ¿Tus alas?

—Sí, eso. Dale, no hay tiempo, hazlo de una vez.

—Bien —Me acerqué, agarré sus hombros y vi como empezamos a volar hacia arriba. No podía creerlo—. ¡OH, DIOS MÍO!

—Sí —hizo un gesto con sus labios—. No soy Dios —chasqueó sus dedos y aparecí en el sofá de mi casa.

—¿Cómo es esto posible? —Me levanté de golpe del sofá.

Esperé que Castiel me responda, pero no oí nada de su parte, es más, escuché una voz, pero no era la que esperaba oír.

—¿Qué haces, hija?, ¿estás bien? —alzó una ceja preocupada, mirando mis ojos como si estuviera completamente loca por mi acción.

—Ohm... sí, mamá... solo tuve una pesadilla.

Fui hacia el baño, subí la remera, sentía algo en mi hombro y ahí vi una extraña marca
«¿Qué rayos es esto?», pensé. Ardía demasiado y mi piel parecía quemada. Mojé la marca y luego de unos minutos, esta desapareció de la nada.
«Me estoy volviendo loca», fue lo que pensé.

Salí del baño, fui a mi cuarto, me recosté en la cama y traté de descansar. Aclarar mis ideas, no podía creer que era un híbrido. ¿Qué clase de jugada era esta?, ¿y esas alas?, ¿y todo esto?... solo debió ser un simple sueño, nada más.
«Vamos duerme. Ya», seguía pensando.

— ¿Crees qué es un sueño? Hay cosas más difíciles que asimilar... pero, está bien, no te preocupes.

Grité, pero traté de no callarme—. ¿Qué haces aquí, Castiel?, ¿qué haces en mi sueño?

Soltó una carcajada sonora—. Esto no es un sueño, Rubby. Es la realidad.

—No, solo es un simple sueño.

—Si tú quieres creer eso, créelo no me meteré en tus asuntos.

—Bien, entonces, desaparece de aquí... y —Rasqué mi nuca—. Gracias...

—Adiós... —Chasqueó sus dedos.

Cerré mis ojos, necesitaba dormir en paz. Estaba aturdida por todo lo que había pasado, todo era demasiado para mi mente. Necesitaba relajarme, estar en perfectas condiciones, las suficientes para saber lo que ocurrió.

«Ya duerme, ya duerme».

Quería y necesitaba dormir, no tenía conciencia sobre los hechos sucedidos anteriormente. Pensaba que las cosas estaban mejorando, pero no era así. Todo estaba empeorando y yo no lo sabía.

© Byther Sarrafoglu,
книга «El ángel pecador».
Коментарі