Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 19
Nos encontrábamos en un discreto diner del Vieux-Québec, un lugar donde el bullicio se mezclaba con la historia, ideal para una reunión que debía pasar desapercibida. Frente a nosotros, François Lefebvre, un hombre de mediana edad con ojos penetrantes y una expresión que delataba años de secretos, nos esperaba con paciencia.

—Dama, caballero —comenzó François con voz pausada—, conozco bien la estructura del culto y sus métodos. No solo son criminales; operan como una red terrorista con ramificaciones internacionales. Son una amenaza para la seguridad nacional de varias naciones. Montreal es su base principal más importante, pero siempre encuentran formas de eludir la justicia. Supongo que eso ya lo saben.

Cooper asintió, atento.

—¿Qué nos recomienda? —preguntó, sin perder detalle.

—España, Italia y Portugal —respondió sin titubear—. Allí tienen bases sólidas y conexiones que les permiten moverse con cierta impunidad. Además, consideran la península ibérica como un punto estratégico para sus operaciones criminales y logísticas.

—¿Acaso está usted sugiriendo que hagamos un viaje transatlántico sin recursos y sin respaldo? —pregunté, tensa.

—Sí —dijo con firmeza—. Confíen en mí, voy a ponerles Portugal y España en bandeja de plata.

Miré a Cooper de reojo, intentando descifrar su semblante, si reflejaba la misma duda y preocupación que yo sentía. Sin embargo, esto era un asunto grave que habíamos pasado por alto, quizás por demasiado tiempo. Además, parecía que ya era hora de tomar el toro por los cuernos.

—¿Y qué hay de Francia? —inquirió Cooper—. ¿Podría ser una escala útil?

—Sí, pero breve —François hizo un gesto con la mano—. Francia es un terreno delicado; la cooperación policial es intensa y ellos están alertas. Sin embargo, una parada rápida en París podría ser clave para obtener información y contactos.

Le miré fijamente, evaluando el riesgo.

—¿Nos acompañaría? —dije—. Su conocimiento sería invaluable.

François sonrió con una mezcla de ironía y determinación.

—No puedo quedarme en Canadá mucho tiempo, pero puedo llevarlos hasta Europa. Desde allí, ustedes seguirán su camino. Mi experiencia en el culto y mis contactos les abrirán puertas que, de otro modo, estarían cerradas.

Cooper cruzó los brazos.

—¿Y qué garantías tenemos de que no nos pondrá en una trampa?

—Ninguna —respondió François con franqueza—. Tal vez no deberían confiar en mí. Pero si quieren atraparlos, deben asumir riesgos y pagar el precio. Si no cumplen con su deber, estoy seguro de que esto se volverá contra ustedes. Y quizás ellos ya saben que la justicia va tras ellos.

La conversación se volvió más intensa, con preguntas sobre la estructura del culto, sus directores y las rutas que utilizaban para el tráfico de armas, dinero y terrorismo.

—En Portugal, deben buscar en Lisboa y Oporto —detalló François—. Allí controlan varios lugares fachada. En España, Madrid es el centro, pero no subestimen las zonas de las provincias donde operan con discreción.

Aunque a Cooper y a mí nos habían dado instrucciones de recolectar información y reunirnos con algunos contactos importantes en varias ciudades de Canadá, sabíamos que debíamos dejar que las autoridades canadienses siguieran haciendo su trabajo.

—No debemos subestimar a las autoridades canadienses; el Sûreté du Québec (SQ), el Servicio Canadiense de Inteligencia de Seguridad (CSIS), la Gendarmería Real de Canadá (RCMP) y la Unidad de Crimen Organizado de la Policía de Montreal (SPVM) están tras ellos en Montreal. Hay demasiada evidencia que los incrimina —dije mirándolo fijamente.

François se encogió de hombros.

—Si las autoridades cumplen con su deber, tal vez no solo logren incomodarlos y vulnerarlos, sino desintegrar y desmoronar su organización. El núcleo del culto en Montreal es más frágil de lo que muchos creen. Pero su presencia en Portugal, Italia, Guyana y España se ha hecho más sólida y peligrosa, así que también es importante hacerlos tambalearse allí.

Levanté la mirada y dije con firmeza:

—Entonces, partimos pronto. No hay tiempo que perder.

François asintió, y Cooper y yo intercambiamos una mirada que confirmaba nuestra decisión.

—Entonces, está decidido —finalizó François—. Pero recuerden, ustedes estarán solos y la sombra del culto es larga y peligrosa.

—Conocemos los riesgos —dijo Cooper con voz grave—. Usted solo encárguese de guiarnos hacia los lugares correctos, y nosotros haremos el resto.


Salimos del diner con la certeza de que esta misión nos llevaría más lejos de lo que habíamos imaginado, cruzando continentes y enfrentándonos a criminales que no dudaban en matar. Cada paso nos adentraba en un entorno oscuro donde la traición y el peligro acechaban a cada instante. Sin embargo, la determinación de llegar al fondo de la verdad nos mantenía firmes, conscientes de que el precio de fallar sería demasiado alto. Mientras la luna iluminaba el cielo nocturno en el horizonte, sabíamos que lo que nos esperaba no solo pondría a prueba nuestras habilidades, sino también nuestra esencia.


© Luu Herrera ,
книга «DECEMBER 11».
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