Prólogo
Capitulo I
Capítulo II
Capítulo III
Capítulo IV
Capítulo V
Capítulo VI
Capítulo VI
Después de una noche muy larga observando la oscuridad de la celda. Llegaron Ángela y Lucia.

-¡¡Ya es hora de despertarse!! Hoy es vuestro gran día. Hoy daréis vuestra alma al señor. Prepararos para dar vuestra alma. Rezar mucho.-Dijeron mientras se iban.

 Sólo de pensar lo que tenía que hacer hoy,  me entraban escalofríos. No me podía creer que todo fuera acabar así. Era demasiado duro. ¿Por qué pasaba  esto?

-Tenemos que salir de aquí.

-Lo sé pero ¿como? La celda está cerrada con llave. Estamos esposados, y además no tenemos ninguna herramienta.

-Tendremos que esperar a que nos saquen de aquí. Creo que tengo una idea. Aunque no sé si funcionará. De momento hay que portarse bien.

-En eso estaba pensando yo en portarme bien. 

Aunque intentábamos escondernos en el humor, teníamos mucho miedo. Y mi idea no estaba muy perfeccionada, cualquier imprevisto podría hacer que saliera rotundamente mal. Tuvimos que esperar mucho. Aunque no sabía cuánto porque me quitaron el reloj. Hasta que llegó Ferran, con sus esbirros o como el dice, las personas de la secta que le respetan.

-¿Estais preparados?

Estaba muy nervioso. Nos abrieron las puertas , nos quitaron las cadenas y nos escoltaron mientras subíamos las escaleras. Era nuestro momento. Esperé hasta que llegáramos al sitio indicado. Justo antes de llegar se fueron los escoltas y entramos solos con Ferrán. Allí yacía la llave para salir de allí. Una navaja. 

-¡Arrodillate y coge esa navaja! Ha llegado tu momento,  el momento donde entregaras tu alma a Dios. ¡Córtate las venas!

- Y ...¿por qué debería hacerlo?

Entonces sacó la pistola. Estaba casi seguro de que no tenía ningún arma. Estaba equivocado. Lo que tenía claro es que no dispararía,  porque entonces no serviría la coartada.

-Esta bien. 

Hize una señal a Carlos y el le cogió por la espalda mientras yo le quitaba la pistola. Como imaginaba no se atrevió a disparar.

Nos llevamos la pistola y salimos de allí. Vimos a varias personas por el camino pero cuando nos vieron la pistola retrocedieron. Nadie se atrevía a acercarse. Al salir de aquel edificio comenzamos a correr hacia cualquier sitio,  con tal de alejarse de allí. Nos sorprendió ver que ya era de noche. Llevábamos allí casi dos días y apenas nos habían dado una vez de comer.

Cuando sentimos que estábamos suficientemente lejos del lugar nos paramos en un parque.

-¿Ahora qué?

-Solo hay una cosa clara, esto es demasiado para nosotros. Necesitamos la ayuda de la policía. Es una secta demasiado peligrosa. 

Fuimos a mi casa. Y llamamos a la policía contando todo lo que sabíamos.

Horas más tarde nos enteramos de que habían cogido a todos los de la secta menos a Ferran.  El consiguió escapar y esta en paradero  desconocido. Además solo algunos que formaban parte de la secta habían sido enviados a la cárcel. Ángela y Lucia se liberaron. Aunque no puedo decir que hubieran hecho algo malo, si que sé que colaboraron en ello. Finalmente se investigó por segunda vez el suicidio de Juan. Y al encontrarse restos de sangre de Juan en la fábrica llegaron a la conclusión de que en la secta le habían incitado al suicidio. Por fin se supo el porqué de su muerte. Estaba contento de haber conseguido resolver el caso, sin embargo sólo me perturbaba una cosa cada vez que me despertaba, y era mirar mi móvil y ver  un sms de Ferran.

© Héctor Palomino,
книга «La única solución».
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