Prólogo
Capitulo I
Capítulo II
Capítulo III
Capítulo IV
Capítulo V
Capítulo VI
Capítulo II
Al día siguiente me levanté dispuesto a seguir investigando. Mi madre se extrañó al haberme levantado tan rápido. Me puse a desayunar, esta vez sin televisión. Necesitaba estar conmigo mismo, pensando en cómo continuar la investigación, ya que notaba que a la policía no le interesaba lo más mínimo saber el porqué del suicidio. Pero por el momento no sabia nada relevante, excepto que por las tarde iba a algún lugar y era una cita inaplazable. Por el camino al Instituto me dediqué a estudiar cada edificio y sitio cercano al que pudiera ir o tener interés Juan. Lo poco que sabía de él era que le gustaba la música, asi que me dediqué a revisar si había algún lugar en el cual impartieran clases de música o algo por el estilo. Pero nada, nada que tuviera si quiera que ver con la música. Tal vez no fuera a un lugar cercano, aunque para ir tan lejos debería coger el bus, bus que apenas tenía 5 paradas mal puestas. Cuando llegue al Instituto me alegre de ver a Carlos que estaba sentado en su sitio de siempre, justo detrás mía. Durante las clases aproveche mi posición para poder hablar con él sobre Juan. 

-Recuerdas algo más que dijera sobre el sitio, o si cogía el bus.- Pregunté-.

Ya te lo dije déjame en paz.- me respondió intentando que me callara de una vez-.

Carlos era un chico responsable y no le gustaba que le molestarán en clase, ese fue uno de los motivos por los que evitaba hablar conmigo, aunque también era verdad que al estar tan reciente la muerte de Juan, prefería no mencionar el tema para no tener que recordarlo y poder pasar página.

En la hora de descanso me acerque donde estaba Carlos.

-Perdon si te he molestado durante la clase- le dije mientras le miraba arrepentido- pero es que me gustaría acabar de entender esto y así saber quién escribió el SMS. Al menos, podrías indicarme alguna persona que me pudiera ayudar en esto? -pregunté desesperado.-

- Mira yo no tengo ni idea, tal vez sepan algo sus padres, que para algo son sus padres.-me respondió concluyendo la conversación.-

La verdad es que no lo había pensado, pues sus padres deberían saber a dónde iba todas las tardes.

Salí del Instituto rápido, apenas llegué a la puerta y aún la estaban abriendo. Me dirigí a donde Carlos justo antes de salir del Instituto me había dicho que vivían los padres de Juan. Era una calle vacía, con pocos vecinos. Casi lo todas eran casas de pueblo y antiguas, algo normal tratándose del casco viejo de la ciudad. Su casa hacia esquina y tenía un balcón que sobresalía lo suficiente como para hacer una sombra en la entrada de la casa, consiguiendo una espera más amena en la entrada, ya que el sol de primavera solía molestar por aquélla época. Tras un par de minutos de incertidumbre, la puerta se abrió dejando ver el amueblado antiguo de la casa. Cada objeto podía ser perfectamente subastado como reliquia de la antigüedad por miles de euros. Era la madre de Juan la que estaba tras la puerta.

-Hola, soy un amigo de Juan y quería decirle, que siento mucho lo que le ha pasado a su hijo. Me gustaría hablar con usted.Sé que suena un poco raro, pero tengo la necesidad de solucionar unas dudas  con usted y su marido. dije, intentando convencerles de que me escucharán-

-Que raro, no me suena tu cara, pero pasa, siéntate.-me dijo mientras con su brazo me invitaba a entrar y en su rostro se adivinaba el sufrimiento de las últimas horas.

 Entre al salón de la casa. Me llamó la atención las vigas de madera y la televisión. Una televisión tan pesada que probablemente la tuvieron que traer con grúa. Además tenía un TDT, un aparato necesario para poder ver canales de Televisión en ese modelo tan antiguo.

Me senté en un sofá con un tacto rugoso y de color salmón. A mi lado estaba su padre viendo la televisión. Su madre se sentó enfrente de mí en un voluminoso sillón.

-¿Y dices que vas a la misma clase que iba Juan?- preguntó extrañada-

- Si, aunque debo admitir que no me relacionaba mucho con él.-

-Por eso no me sonaba tu cara- me dijo -

-Venía a preguntarles sobre su hijo.-

- El ya no existe,  que importa, si fue tan idiota de suicidarse no merece que le recordemos, ya bastante daño a hecho.- respondió el padre-

-No le hagas, caso está dolido por la muerte de Juan y no sabe ni lo que dice, cuéntanos ¿Qué preguntas tienes?- respondió la madre quitando importancia a las palabras de su marido- 

-Me gustaría saber si notaron algo raro en él estos últimos días. -le pregunté sin concretar nada-

- La verdad es que no noté nada fuera  de lo común.- me respondió pensativa-

- Y por las tardes sobre las seis ¿Que hacía?-

-Iba a la iglesia con un grupo de jóvenes. Pero, se puede saber, a qué viene tanto interés, en mi hijo, si apenas os conocíais.-

-ayer me llegó un SMS en el que me culpaba alguna persona del suicidio de Juan. Y necesito saber la verdad para quitarme la culpa de encima.-

Me quedé un rato más tomando pastas y viendo un reality show de Televisión. 

Cuando llegue a casa no hubo queja, pues había llegado a la hora acordada de siempre antes de las 21:00 y allí estaba a las 20:59. 

Cené mientras me daba cuenta de que llevaba un día entero dedicado a descubrir que simplemente iba con un grupo de jóvenes en la iglesia del pueblo. Cada vez veía más extraño que se hubiera suicidado. Esa noche dormí plácidamente, no tenía ningún frente abierto y de algúna manera había dejado de obsesionarme en el tema y dejarlo pasar.

© Héctor Palomino,
книга «La única solución».
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