Prólogo
Capitulo I
Capítulo II
Capítulo III
Capítulo IV
Capítulo V
Capítulo VI
Capítulo V
Era sábado, me desperté a las 10, y aunque podía haber dormido más ese día, necesitaba levantarme temprano, era un día especial, era el día que había retratado la noche anterior como crucial para el caso. Desayuné tranquilamente mientras veía una serie en la televisión de policías. Disfrutaba mucho viendo este tipo de series. Al terminar de desayunar cogí el móvil por primera vez en el día algo raro en mi. Y no me sorprendí al ver otro SMS.

-No te vas a escapar, caeras más temprano que tarde.

Estaba harto de este tipo. Pero decidí que no interfiriera  en la investigación. Al cabo de un rato llamé a Carlos para preguntar cómo le iba funcionando la investigación.

-¿Alguna novedad?-

-La verdad es que sí. He estado preguntando a varias personas del barrio, y al parecer si que suelen ver a unos jóvenes entrar en la número 6 de la calle Levante, que es una casa cercana al descampado de ayer. También otras personas me han dicho que se hacen llamar los jóvenes enviados de Dios o algo así, vamos un nombre muy , pero que muy descriptivo para saber de qué va. Lo que no acabó de entender es que haría Juan ahí. Además también he descubierto el nombre de las dos chicas que te encontraste, al parecer sus nombres son:Angela y Lucia. Nombres de lo más normales, nada de enviadas de Dios. La cosa es que también me han avisado de que no son personas muy amigables, es difícil relacionarse con esa gente. Estas personas que he entrevistado, apenas les habían visto, pero si qué habían escuchado historias de gente cercana al grupo. Por tanto creo que será bueno tomárselo con calma antes de dar un paso en falso.-

-Esto avanza a una velocidad increíble, pero creo que tienes razón lo mejor será ir a ese lugar ahora mismo antes de que se haga más tarde-

-¿¡Estás loco!? Y si nos matan, o peor aún nos raptan. Tendrías que haber visto la cara de esa gente cuando hable sobre ese grupo. No estaban demasiado ilusionados de hablar de eso. Lo mejor será tomarse su tiempo. Y ir...

-Nos vemos allí en una hora-

Estaba ilusionado con los avances. Necesitaba indagar más en el caso. Tal vez debido a la adrenalina de la serie policíaca me sentía tan ansioso por el caso, o tal vez por haber estado toda la mañana perdiendo el tiempo. Era como si no pudiera quedarme tranquilo hasta conseguirlo. Preparé herramientas, pero me di cuenta de que ya se hacía la hora de comer por lo tanto me preparé una comida rápida y salí apresurado hacia el lugar. Cuando llegue me encontré con una calle fantasma, no había nadie, ni personas ni coches. Parecía mentira que fuera una calle residencial. Además también me sorprendió que muchos de los pisos se alquilaban o vendían. Una cosa estaba clara, los vecinos no se sentían cómodos en esa calle, y yo sabía porque. Enfrente de mí, se hallaba el edificio del grupo, o debería llamar secta, o jóvenes de Dios. Era una especie de fábrica abandonada, entre edificios de viviendas. Sinceramente,alteraba mucho la estética del lugar. Esa fábrica simulaba una especie de iglesia. Estaba todo el edificio hecho polvo. Después de media hora apareció Carlos.

-¿Porque has tardado tanto?-

-¿Tenía que comer?

-¡No te basta con media hora! No claro, tenías que dedicar una hora entera a comer. -

-Que más da. Ahora toca seguir con la investigación.-

-Tienes razón, la puerta parece estar cerrada con candado por tanto sería imposible entrar excepto si tienes unos alicates, y casualmente en esta bolsa hay unos.-

-Antes de que abras recuerda no hacer mucho ruido, no deberíamos llamar la atención, la calle está vacía pero en las casas seguirá habiendo gente. 

-Lo dudo , la mayoría están en venta, pero sí, iré con cuidado.-

Saqué los alicates y los coloque en la cadena. Necesité una presión bastante grande hasta que al fin conseguí romper la cadena. Sólo necesitábamos, ahora, abrir la puerta. Cogí la manivela, la baje y empuje la puerta, no hizo falta nada más. La puerta ya estaba abierta y dejó ver el interior de la fábrica. Un interior aún más derruido y deteriorado que el que se veía por fuera. Al parecer era como una especie de recibidor, todo se encontraba en mal estado excepto un cartel en el que decía:

-Dios nos ha elegido. Ahora debemos hacer lo que él nos diga.-

Obviamente era obra de esta secta. Cerramos la puerta a nuestras espaldas con sigilo, para no llamar la atención. Entonces nos vimos inmersos en la oscuridad. Rápidamente Carlos sacó su móvil y activó la linterna, más tarde yo hice lo mismo. Pasamos a la siguiente sala, era la cadena de montaje de la fábrica. Una cadena de montaje inmensa que difícilmente podías ver el final y menos aún sumergidos en tal penumbra. Estuvimos investigando los objetos de aquel sitio. Rápidamente deducimos que era una cadena de montaje de radios. Al parecer radios antiguas. Aunque pensándolo mejor, probablemente las radios de la época de esta fábrica. Que época tan rara, dedicar una fábrica  para hacer un dispositivo con una sola función. Para qué necesitamos una radio si desde el móvil lo puedes hacer todo. Bueno, deje mis pensamientos aún lado y seguí investigando el lugar. 

-Ven corre- me llamó Carlos-

-¿Que pasa?-

-Mira este cartel,  al parecer aquí poné las horas en las que hay reunión y los días. Y todo coincide de lunes a viernes a las 18:00 hasta las 20:00. Pero hay algo que no cuadra, supuestamente todos los días abren sobre las 16:00 para consultas y algunas reuniones internas.-

-Que formales, para ser una secta.-

-Esto no es lo que me sorprende. Lo que me sorprende es que son las 16:00 y hoy Sábado está prevista una reunión. Pero aquí no hay nadie.-

Un ruido hizo que parara la conversación.

-Creo que no estamos solos.-

-Te dije que no iba a dejar que lo descubrieras- se escuchó una voz al fondo de la estancia-

Me quedé helado, era la misma frase que el mensaje del móvil. Entonces desveló su rostro. Era Ferran un compañero de clase. Era otro de los pocos  amigos de Juan.

-¿Qué haces tú aquí?-

-No podía permitir que te enteraras de lo que pasó, por eso te envié los mensajes, para distraerte. Pero ya veo que habéis llegado hasta aquí. 

-A ti que te importa que sepamos que pasó.-

- Porque podría acabar en la cárcel. Pero esta vez serás tú el que esté encarcelado- dijo mientras sacaba la pistola- Ahora, no os movaís o os disparo.-

Aparecieron cuatro personas de entre la penumbra y nos ataron las manos mientras Ferran nos apuntaba. No me sorprendió ver que entre las personas que nos escoltaban hacia la celda estuvieran Lucía y Ángela. Al parecer ellas estaban al tanto de todo. Comenzamos a bajar unas escaleras, eran bastante profundas las escaleras. Entonces llegamos a una especie de almacén. Pero entre las cajas apareció una celda, que no sabíamos qué pintaba allí, probablemente la construyeran los de la secta. Nos metieron allí a los dos y cerraron con llave. Enseguida abandonaron el lugar. Era un sitio oscuro, hacía mucho calor y apenas teníamos espacio. No era nada más que un cubo vacio, donde  nos depositaron como objetos inanimados. Ni cama, ni retrete. Tan solo un agujero donde defecar. 

-¿Qué hacemos ahora?-

-No sé, me han quitado las herramientas. Tal vez deberíamos esperar, no creo que piensen tenernos aquí mucho tiempo.-

Pasaron más de cuatro horas hasta que llegó la cena, si a eso se le puede llamar de alguna manera. Apareció Ferran y personalmente nos la dio. 

-Ahí tenéis la cena-nos dijo mientras lanzaba dos bandejas con una especie de puré al suelo de la celda.-

El puré tenía tropezones de cosas que no sabía identificar. Sólo, estaba una cosa clara, esa comida no era comestible. Pero olvidando el puré aproveche la ocasión para preguntar a Ferrán sobre nuestra estancia.

-¿Bueno, entonces cuánto tiempo piensas tenernos aquí?-

-El tiempo que vea necesario-

-¿Pero qué necesitas?¿Por qué haces esto?

-Esta bien te lo explicaré. Aunque saber esto te va ha costar muy caro. Yo estaba con Juan un día aburrido y me encontré con unos chavales por ahí, entonces les pregunté que dónde iban y me dijeron que a la iglesia. Y le comenté a Juan qué tal vez podríamos ir con ellos así nos echábamos unas risas. Cuando llegamos vimos que no era la iglesia. Ellos nos animaron a entrar. Pensamos que simplemente íbamos a entrar en la fábrica para curiosear y que al mínimo crujido nos iríamos pitando pero no. Al entrar me encontré con un edificio hecho asco, pero aún así se estaba utilizando. Me encontré con un grupo muy grande de jóvenes. Y nos metimos en la reunión. Yo al principio me pareció gracioso las cosas que decían. Que si Dios nos ha elegido, que si tenemos que pasar unas pruebas. Pensaba que era una especie de ritual para entrar en el grupo. Pero se complicó. Cada día hacíamos cosas más raras. Los primeros días empezamos a rezar cánticos muy raros, otros días leíamos libros antiguos sobre una religión paralela a la cristiana. No nos gustaba lo que hacíamos pero no sé porque seguíamos yendo. Un día empezamos ha hacer otras cosas más extrañas aún. Un día el jefe del grupo eligió a uno de nosotros para dar su alma a Dios. Al principio pensábamos que era rezar o alguna cosa rara. Hasta que nos dimos cuenta de que no volvió a bajar. Ellos nos dijeron que él estaba bien, pero no le creímos. Comencé a dudar y dejé de asistir a las reuniones. 

Pero de golpe un día llegó la noticia del suicidio. Fue ahí cuando me preocupe, me di cuenta que todo era culpa mía que esto hubiera pasado, así que tenía que culpar a otros, ahí entrabas tú. La verdad no me caias muy bien,  por lo tanto no sería una gran pérdida. Sólo tenía que convencerte de que era tu culpa. Pero quedaban más cosas por hacer antes. Volví aquí porque sabía que había gente que me respetaba y podía conseguir salvarles. Pero fue imposible y  me tuve que volver a meter en esta secta para conseguir convencerles y utilizarlas en este plan para deshacerme de tí. Mañana te suicidarás, a la fuerza claro, porqué no creo que tengas muchas ganas, pero tranquilo todo está pensado. En tu móvil están los mensajes en los cuales se acaba de añadir un último mensaje: -Ya has descubierto porque lo invitaste a suicidarse. 

Esta es la coartada perfecta para tu suicidio. Nadie hará preguntas. Está todo claro, solo te sentías culpable y lo hiciste. Mañana llegará tu día. Espero que disfrutes de esta noche.

© Héctor Palomino,
книга «La única solución».
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