Aclaración
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 5
El desayuno en el gran comedor fue bastante ruidoso, dado que todo el alumnado tenía su atención en susurrar y comentar sobre lo ocurrido en la torre de Gryffindor, además del espectáculo que estaba montando el príncipe de Slytherin en la mesa de los leones.


—¿Malfoy, podrías dejar de hacer eso?— pidió Harry con fastidio, tomando otro bocado de su tostada.


Desde que habían llegado al gran comedor el rubio se había prácticamente enredado en el cuerpo del menor, alejando a todo el que se acercara con una mirada, acto que hacía notar que aun no se recuperaba del ataque de la mañana.


Para calmar las ansias asesinas del rubio, Harry había decidido sentarse en su regazo, de manera que el contacto físico le diera un poco de calma al otro. Al principio funciono, al menos hasta que la mesa de Gryffindor se fue llenando y el espacio entre ellos y el resto del alumnado se redujo. Ahora intentaba ignorar lo mejor que podía el par de brazos enredados en su cintura, que cada vez lo apretaban mas.


— ¡Basta!— gritó Potter soltándose del agarre, luego de que en un nuevo ataque, Draco hiciera tanta presión que creyó oír sus costillas tronar —Mira Malfoy, vamos a dejar las cosas claras de una vez. O te controlas o te controlas. Me tienes harto con tus ataques bestiales, que lo único que causan es que mi vida se acorte por el nivel de estrés al que me sometes. Entiendo que no puedas controlarte por completo, pero haz el favor de mantenerlo en un nivel estable por la sanidad de mis costillas— terminó sobándose el costado adolorido.


Draco Malfoy permaneció callado durante toda la explosión. Sus ojos puestos en el chico frente a él y su expresión imperturbable. Únicamente si eras un gran conocedor de los gestos del muchacho rubio, como lo era Harry, podías notar como una de sus cejas se alzaba ligeramente indicando lo impresionado que estaba por el exabrupto del otro.


— ¿Terminaste?— fue todo lo que preguntó.

— ¿Eh? S-sí — balbuceó  el moreno desconcertado por la pregunta.

—Bien— soltó como respuesta antes de pararse y caminar a la mesa de Slytherin con la cabeza bien alta. Un suspiro cansado salió de su garganta, dejando caer su cuerpo pesadamente sobre su asiento.


No entendía esa actitud tan bipolar por parte de Malfoy y realmente esperaba que se le pasara pronto o terminaría por matarlo.

Sus cavilaciones lo tenían tan perdido que apenas fue consciente de cómo Hermione y Ron se sentaban a su lado.


— ¿Todo bien con el hurón?— inquirió el pelirrojo, volviéndolo a la realidad.

—En realidad no sé qué le pasa. Un momento es el Malfoy que todos conocemos y al segundo siguiente es una bestia posesiva y agresiva que ataca a todo lo que ose posar su mirada en mí. No creo poder soportarlo —  se quejó Harry, golpeando después  su frente en la mesa.

—Pero esto sólo pasara durante un par de días más, a lo mucho una semana — informó Hermione en un intento de animar al moreno.

— ¿En serio?— su voz sonó mucho más ilusionada de lo que hubiera querido, pero no le importó, todo con tal de que alguien le dijera que no tendría que pasar la vida encerrado en una habitación por temor a que el Veela se descontrolara.

—Claro ¿Es que no has leído nada al respecto?— ante la mirada incrédula del morocho, la joven exclamó — ¿Cómo? ¡Harry!  Es tu Veela, se supone que tienes que saber sobre eso.

—Calma Mione, apenas ha pasado un día. No pretendías que en lugar de dormir me pusiera a buscar en la biblioteca — dijo intentando calmar a su amiga. Ya le dolía la cabeza y apenas eran las ocho de la mañana.

—Pe- pero — intentó replicar la chica.

—Ya déjalo Mione. ¿No ves que no está de humor? Mejor ayúdame a descubrir quién me mandó los chocolates — sugirió Ron emocionado, mostrándole el paquete recibido esa mañana.

— ¿Cuándo te mandaron eso? Se ven costosos — exclamó el moreno.               

—Por la mañana, pero con todo el alboroto de Malfoy lo olvidé. Lo trajo una lechuza un tanto extraña, se rehusó a irse una vez entregado el paquete. Traía una pequeña nota que decía “Para endulzar tu día”  Sin firma.

—Pues no es por ser elitista, pero sólo pudo haber sido algún sangre pura —dijo el niño-que-vivió devolviendo el paquete a su dueño— la verdadera pregunta es ¿Quién de todos los sangre pura?

—No tengo idea, pero es lo más lindo que alguien me a regalado. — dijo Ron


Fueron interrumpidos por la llegada de la Profesora McGonagall, seguida de los chicos de primero.


La ceremonia de selección pasó tranquilamente para Harry, únicamente le mandaba miradas furtivas a cierto Slytherin rubio, que permanecía rígido en su asiento observando atento a los pequeños. Podría apostar lo que fuera, inclusive su capa de invisibilidad, a que el príncipe de Slytherin estaba haciendo uso de todo su autocontrol para no mirarlo, parecía que el regaño había surtido algún tipo de efecto, aunque no estaba seguro de que fuera bueno.


Después de que todos los alumnos fueran seleccionados y el sombrero cantara su típica canción, la cual, tenía que admitir, este año no había tenido el más mínimo sentido. Había llegado el turno del director de decir unas palabras.


— Queridos alumnos, es un honor darles la bienvenida a este nuevo año en Hogwarts. Es mi deber informarles que dado los acontecimientos del día de ayer, será necesaria la presencia de aurores en los alrededores del colegio, sin embargo se les ha pedido no interferir en las actividades del alumnado. Aún así quiero que tengan en cuenta que los aurores tienen la autoridad de alertar a los profesores si es que creen necesario.


>>También nuestro querido señor Filch está complacido en anunciar que la lista de objetos no permitidos a aumentado gracias a los señores Weasley — La noticia fue  recibida con risas y aplausos para descontento del conserje— bueno, bueno. Déjenme seguir. Otra magnífica noticia creo será para la mayoría. El muy estimado profesor Bins, después de muchos años al fin se ha dado cuenta de su… falta corporal, por así decirlo, por lo que nos ha abandonado recientemente. Así que les pido le den la bienvenida al nuevo profesor de Historia de la magia. El profesor Malfoy— silencio profundo. Ninguna palabra fue dicha mientras el hombre entraba por la gran puerta de la sala de profesores. Únicamente los alumnos de Slytherin se levantaron e hicieron una pequeña reverencia hacia el mayor de los Malfoy.


Dumbledore al darse cuenta del estado de sus alumnos decidió seguir con su discurso.


—Quiero darle la bienvenida a alguien que estuvo con nosotros hace un tiempo. Se hará cargo de las clases de Duelo que tan bien fueron recibidas un par de años atrás, un plauso por favor para el profesor Remus Lupin— esta vez los aplausos llenaron el lugar de manera que apenas se podía escuchar la voz del director— ya, ya, se que a todos nos alegra su regreso, pero dejemos que el Profesor Lupin vaya a su asiento para terminar con las presentaciones. También me complace anunciar la llegada de un nuevo profesor, Matteu Beurk tomará la clase de DCAO.


Los alumnos miraron al nuevo profesor entre la aceptación y la incredulidad. Para la mayoría de los más jóvenes, el hombre frente a ellos únicamente se distinguía por su alta y fornida figura y su cabello castaño veteado. Pero para el resto era una versión castaña y musculosa de Harry Potter.


Si bien había algunas diferencias en los rasgos, la mayoría de su apariencia era la misma. Cosa que hacía pensar al alumnado que en algo tenían que estar relacionados esos dos y por ende la vena cotilla de Hogwarts tomó control de los adolecentes.


Los murmullos llenaron el gran comedor y como pólvora se extendieron dejando al profesor Dumbledore completamente imposibilitado de seguir con la bienvenida.


Con un movimiento de mano el Profesor Beurk hizo callar el revuelo que su presencia estaba causando.


—Me siento honrado de estar aquí y ser merecedor de todos aquellos rumores que sé, han empezado a discutir entre ustedes, pero me gustaría que dejaran al Director terminar su discurso para poder pasar a alimentarnos como es debido— la voz del hombre era amable y cálida, pero denotaba autoridad, una que debía ser respetada. Acto seguido el gran comedor cayó en un imperturbable silencio.


—Gracias profesor. Por último quiero que recuerden que no importa que tan fuerte sea la tormenta, siempre habrá un rayo de sol que le siga— con esas últimas palabras el director dio por iniciado el curso escolar.


-D&H-


Una mujer de cabellos negros como al noche recorría la pequeña sala de un lado a otro esperando la llegada de su hermana.


Apenas la chimenea dio un atisbo de que alguien quería entrar, la mujer se precipito hacia ella dando permiso al visitante.


Por entre las llamas apareció la aristocrática y elegante figura de Narcisa Malfoy. Los ojos de ambas hermanas chocaron en reconocimiento y se suavizaron apenas perceptiblemente.


—Cissa— murmuró la mujer de cabello oscuro dando un paso en su dirección.

—Bella— respondió el saludo, permaneciendo quieta en la espera del siguiente movimiento de su hermana.

—Cissa, necesito decirte algo. Lamento ser yo quien te lo diga, pero tu marido y tu hijo, ellos han traicionado al Lord— dijo Bella con una actitud que a todo el mundo le hubiera dado a notar lo mucho que lo sentía, a todo el mundo excepto a Narcisa. Ella sabía lo mucho que se había esforzado Bellatrix por desprestigiar a su esposo frente al Señor Oscuro.

—No entiendo que pudo haber pasado para que pensaras eso Bella— se hizo la desentendida a lo dicho por la mujer, necesitaba enterarse cuáles eran los hechos en los que se basaba su hermana para acusar a Lucius. Claro estaba que no iba a dejar que nada afectara a su marido y mucho menos a su hijo.

—Tu hijo ayudó a Potter a escapar el día del ataque— sus palabras eran seguras y precisas. Y aun conociendo a Bella y sus excentricidades, aquello le tomó por sorpresa.

— ¿Draco? ¿Por qué haría algo como eso? — preguntó desconcertada, contuvo el aliento esperando que no fuera lo que ella creía.

—Al parecer Lucius escondió algunos datos de la historia familiar querida hermana, porque fue muy claro que tu hijo tiene sangre de alguna creatura— soltó la morena haciendo notar el desprecio que sentía por tales creaturas.

—No. Eso no puede ser posible, mi pequeño Dragón— sollozó afectada Cissa, agradeciendo mentalmente ser tan buena actriz. Mataría a Lucius una vez saliera de ahí, por no avisarle nada.

—Lo es Narcisa, lo vi protegiendo a Potter y me parece correcto suponer que es su Hjerte— aseguró mostrando una expresión tan sombría, que si no fuera su hermana estaría temblando de miedo.

— ¿Estás segura? Hasta donde recuerdo Draco decía odiar a Potter— ¡Por Morgana y toda su prole! ¿Qué quimeras le había pasado por la cabeza a Draco? ¿Cómo se ponía en evidencia frente a la loca de su hermana?

—Más que segura, Cissa. Tu hijo se puso como loco nada más toqué a Potter, incluso atacó y mató a Greyback.

- Aunque  no entiendo de dónde sacó semejante fuerza, hay pocas creaturas con esa habilidad — lo último fue como un susurro, lamentablemente para Bella, estaba acostumbrada a escuchar ese tipo de susurros por parte de Lucius y su oído experto escuchó todo con claridad.

—En ese caso tendré que pedirle una explicación a Lucius, no voy a permitir que me siga engañando, además que necesitare hablar con Draco para que me explique todo respecto a su— hizo una pausa— herencia— declaró mujer rubia usando el tono más despectivo que encontró en su repertorio.

—Me parece bien querida, así tendremos pruebas para dárselas a nuestro señor— la voz de Bella sonaba como si en cualquier momento se fuera a poner a brincar de la emoción.


Con la plática finalizada y habiéndose puesto de acuerdo para un nuevo encuentro dentro de un par de semanas, ambas mujeres se despidieron.


Apenas Narcisa hubo puesto un pie fuera de la chimenea, se encamino a donde su amante la esperaba.


—Empaca tus cosas cariño, nos vamos a Londres. Es hora de tomar la vida de mi hijo y mi esposo en mis manos, ya que al parecer no pueden con ella solos.

© Anastasia Malfoy,
книга «Esto solo me pasa a mi».
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