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Narra Sophia :

Me cuesta abrir los ojos.  Siento los párpados pesados como el resto de mi cuerpo.  Lo raro es que siento que estoy sobre una superficie acolchada,  suave y cómoda.  Con todas las fuerzas del mundo abro los ojos encontrándome a oscuras.  Ya no estoy en la plaza,  eso me lleva a pensar que estoy en mi cuarto.  Me arrastro en la cama queriendo salir de  esta,  en eso me doy cuenta de que esta cama es muy grande para ser la mía.  Asustada salto de la cama queriendo caer de pie en el suelo,  pero en vez de eso,  ni caigo de pie ni caigo sobre el suelo,  mas bien dicho caí de culo en lo que creo que es la mesita de noche y en eso caí al suelo quejándome y lloriqueando por mi, ahora, roto culo.

-Por lo visto despertaste. - Una voz grave y ronca resuena en las paredes de este cuarto y ante eso las luces se encienden cegándome por unos pocos segundos.

Busco con la mirada el dueño de la voz,  pero no la veo.  Bajo mi mirada a mi cuerpo al sentir frío,  en eso me doy cuenta de que solo visto el pijama con el que me obligarona a ir a esa estúpida plaza,  que se basa solo en un pantalón holgado y una camiseta también holaga. 

Me levanto del suelo observando el cuarto.  Es grande,  mucho,  hasta exagerado.  En este cuarto perfectamente cabrían cuatro camas king mas,  pero solo había uno que es donde desperté.  Todo,  absolutamente todo está pintado de colores oscuros.  La cama es negra con las sábanas grises,  la alfombra es negra,  las mesitas de noche son grises,  las paredes son entre gris y negro, ¿Y a que no adivinais de que color son las dos puertas que puedo ver?  ¿No?  Pues una es negra y otra gris.

Desesperada camino hacia la puerta gris y la abro encontrándome el baño mas grande que que jamás haya visto y que veré en toda mi vida.  Al adentrarme me miro al espejo.  Las heridas que me dejó mi padre parecen ya haber desaparecido,  pero el puñetazo del bicho ese no. Mi pelo esta despeinado y con miles de enredos.  Mi piel si antes era palida pues ahora no me diferenciarian de una pared completamente blanca.  Bufo al ver con detalle mi reflejo y salgo del baño.

Emito un grito del susto al encontrarme un hombre de espaldas a mi mirando hacia la ventana que me acabo de dar cuenta que está ahí. Ese hombre al oir mi grito se gira observándome.  Es un señor con canas bastante visibles,  patas de gallo en su cara,  unos ojos marrones oscuros,  tez tigreña y un poco rechoncho a mi vista.

~ ¿La bestia?~ Pienso aterrada.

- Luna, despertó. - Comentó emocionado.

¿Luna?

- Me llamo Sophia,  te has equivocado - Susurré caminando a un rincón del cuarto en donde estar completamente alejada de el.

- Si,  perdone - Hizo una reverencia.

Le miré raro por el gesto tan estúpido que acaba de hacer.

-¿Tiene el gusto de acompañarme? El alfa la quiere ver- Me informa tendiendome la mano.

¿Alfa?

- ¿Te refieres a la bestia? - Pregunté horrorizada al pensar que ese me quiere ver.

- Mm... - Pareció pensarlo - Va a ser que si- Afirmó.

Negaba con la cabeza frenéticamente.  Tenía miedo,  estoy asustada.  Mis manos sudan y siento que pierdo la cabeza.

- Luna, tranquilícese porfavor- Me pide con voz cálida. - El no le hará daño. Se lo prometo.

Traté de regular mi respiración pero no podía. 

- Yo soy el mayordomo.  Me llamo Lewis. - Me informa tomando mi mano lenta y delicadamente.

No me importa.  Me quiero ir.

Al ya haberla cogido,  salimos del cuarto.  Miro con curiosidad el pasillo,  las paredes son de un color rojo carmín y está decorado de esculturas,  jarrones y cuadros . Lo que mas me llamaba la atención era que los cuadros representaban a un mismo lobo negro de ojos inyectados en sangre que mataba a personas de ojos rojos y colmillos sobresaliendo de sus bocas o ese mismo lobo haciendo un gesto de orden a otros lobos mas pequeños,  como en los jarrones y estatuas.  Lo que me asustaba era que el hombre que me quisiera ver fuera ese mismo lobo.

Unos suaves toques en mi hombro me sobresaltaron.

- Te gustan los cuadros - Afirmó Lewis.

Negué con la cabeza dejándolo confundido - Solo me preguntaba si ese lobo - Señalé a un cuadro - Es el mismo lobo que quiere que me presente ante el - Susurré sin mirarle ya que sus ojos asustaban,  se veía desde lejos que sus ojos no eran normales.  Un humano no podía tener los ojos tan grandes y tan dilatas como este hombre.

- Si,  ese lobo es nuestro señor,  nuestro alfa,  nuestro rey y.... La bestia- Me informó.

Un escalofrío recorrió mi espalda al oír ese apodo.  Ese apodo era algo que me llamaba la atención,  pero también me daba miedo y pudor.

- Y aquí es. - Señaló una puerta negra con decorados dorados.  - Su despacho.

Las ganas de llorar volvían a mi.  El miedo me estaba afectando.

- N-no- Susurré mirándole.  El solo me dio una mirada llena de lástima y tocó la puerta.

Ante ese toque un sollozo salió de mis labios,  pero antes de que callera una lágrima cogí aire.

- Pase - Se escuchó tras esa puerta una voz potente,  fuerte,  demandante,  la mas ronca y grave que había escuchado en mi vida.

- No quiero.  Por favor - Le susurré  a Lewis entrando en pánico. Escuché un gruñido tras esa puerta,  como si el me pudiera oir,  pero eso es imposible ¿No?.

Abre la puerta empujándome dentro y tras él cierra la puerta.  Yo me concentro en mirar mis desclazos pies.

- Retírate. - Vuelvo a escuchar su imponente voz. En eso suspiro aliviada y doy media vuelta,  pero su fría voz vuelve a sonar- Tú no.  Él.

Escucho los pasos de Lewis alejarse.  Toda mi intranquilidad florece y no puedo controlar mi respiración. No pensé que mi vida fuera a terminar justo ahora.
Escucho sus pasos fuertes y amenazantes acercarse a mi y yo no sé si llorar o intentar correr,  pero sé que dos piernas contra cuatro patas,  no ganaría. Da vueltas a mi alrededor como fiera que caza a su presa y en este caso yo soy su presa. Dejo de escuchar sus pasos cuando se detiene tras de mi.  Su abdomen se pega a mi espalda liberando un chillido del susto.  Rápidamente cierro la boca con mis manos y rezo en mi cabeza.  Mis ojos se cristalizan y lucho para que un sollozo no se libere.  Le siento oler mi cuello y repetidas veces mi cabello,  siento su mirada clavada en mi cuerpo y no puedo evitar empequeñecerme y querer desaparecer.

- No me hagas daño.  Porfavor - Le supliqué sintiéndome ahogar por mi propia bilis.

Mis ojos verdes estaban empañados en lágrimas que amenzaban con salir.  Se aleja de mi cuello y suelto el aire que retuve durante todo este tiempo. Sus pasos vuelven a escucharse y aún con la mirada en el suelo veo sus zapatos de cuero beige,  diferente a los otros pero igual de caros,  estos están frente a mi.  Siento su olor a colonia caro y varonil en mi nariz,  era sumamente embriagante.

- Mírame. - Ordenó con voz fría.

Empecé a levantar la mirada lentamente queriendo no encontrarme nunca esos ojos de ese hombre que tanto odio y destrucción causó.

Su cuerpo está muy bien formado,  cosa que da miedo,  sería facil machacar a alguien como yo con este cuerpo tan fornido.  Sigo levantando la mirada fijándome en su vestimenta que se basa en unos pantalones vaqueros negros y subiendo más una camisa tan blanca como la nieve.  Sus brazos fuertes y tatuados,  hasta ahora me doy cuenta que sus brazos y cuello estan tatuados.  Con un poco de valor consigo levantar un poco la mirada Encontrándome al hombre mas guapo de la galaxia,  no entiendo como puede caber tanta maldad y tanta belleza junta. Me fijo en que tiene hasta tatuajes en su cabeza y siguen en la nuca.  Tiene un piercing en su perfecta nariz y otros mas en sus orejas viéndose como los chicos malos que me solían hacer daño en mi instituto. Se podría decir que tiene unos veinte y tantos.

Su cuerpo es musculoso, cosa que es de temer, ya que a mi al menos, podría reventarme sin mucho esfuerzo, Sigo levantando la mirada, fijándome en su vestimenta, que esta se basa en unos vaqueros negros adornado con un cinturón plateado, subiendo más, una camiseta blanca como la nieve con un bolsillo en la parte delantera del pecho. Mefijo en sus brazos y manos, cuello y cabeza, y todo, ¡Todo! Estaba curbierto por tatuajes. También era inevitable fijarse en los pierciengs que decoraban sus orejas y su nariz.   Efectiavmente este hombre, dios o lobo, lo que fuera, es la personificación de la belleza. Se veía exactamente como los típicos chicos malos de las películas, solo que en versión mejorada y más potente.

No me di cuenta que estuve analizandolo durante tanto tiempo hasta que fijé mis verdosos ojos en sus grizaseos ojos.

Volví a bajar la mirada con vergüenza sintiendo mis mejillas arder. 

- Te dije que me miraras- Murmuró demandante.

Se fue acercando de más a mi por lo que opté por retroceder con miedo.  Mirando directo a sus ojos le suplicaba que no me hiciera daño.

- Tu aroma. - Se acercó a mi cuello una vez me dejó atrapada en la pared - Me está volviendo loco. Por fin estás aquí, por fin eres mía.

Sus palabras me dan miedo.  Con mis manos en su torso trato de empujarlo pero él me gruñe como amenza.  Sin poderlo evitar sollozo al sentir como me toma de la cintura y me atrae a su gran cuerpo dejándome aún mas sin salida.

- De nada sirve llorar - Dijo obvio, haciéndome quedar aun más como una tonta.

En el momento que besó mi mejilla me quejé entre la lloradera por el dolor que sentía ahí por el estúpido bicho que me golpeó ahí.  El sube la mirada preocupada a mi mejilla y la acaricia  con la yema de su dedo pulgar.  Lo último que hace es alejarse de mi golpeando su escritorio haciéndome soltar un grito del susto.

-¿Quién te hizo eso? - Preguntó severo

No dije nada.

- No lo volveré a repetir - Amenazó

- ¿Para que? - Me atreví a preguntar.

En su cara surca una sonrisa malévola para después encogerse de hombros - Lo mataré - Declara tranquilamente.

Mis ojos se abren a más no poder y de ellos empiezan a caer lágrima tras lágrima. Sé que es una tontería enorme llorar por un ser que no conozco y que además me ha hecho daño al golpearme, pero no por eso deseo su muerte. Solo pensar que diciendo un nombre o indicando quien es ese ser morirá, es... Horrible.

- N-no- Susurré - No te lo diré. - Me niego.

Su risa retumbó por todo el lugar- ¿Estás segura? - Sonrió socorronamente.  Asentí.

- Bien- Se encogió de hombros.

Empezó a buscar algo en los cajones del escritorio hasta que sacó un papelito.

-¿Y por ella? - Me preguntó mostrándome una foto de... Lucy inconsciente.

- ¿Donde la tienes? A ella no la toques ¡Maldito! - Le grité con valor.

Y obviamente, fue otra estupidez de mi parte. Vale, yo le amenazo y además, le grito, ¿Ahora qué? Solo falta dejarme matar.

Eso pareció enfadarlo ya que rápidamente me volvió a acorralar. Sus ojos rápidamente se volvieron oscuros... Como la otra vez.

- No me des órdenes, te lo advierto.- Me susurró con voz tenebrosa - No me gusta repetir las cosas, y si lo hiciera tu amiga pagaría las consecuencias ¿Me entiendes?

Asentí consiguiendo que se alejara un poco de mi.

- No se como se llama- Susurré.

- Perfecto - Finalizó.

Agarró mi mano con fuerza lastimándome, arrastrándome fuera del despacho, no podía hacer mas que tratar de seguirle el ritmo, intentando no caer.

(***)

-¿Quién de todos ellos fue? - Preguntó señalando a todos los hombres que se encontraban en una especie de sala.

Con el cuerpo tembloroso y mi pulso a cien empecé a pasar la mirada por todos estos hombres que estaban como querían. Y ahí fue donde le vi,  en una esquína riendo con otro hombre.

- É-Él- Señalé al tipo.

Este a mi lado apretó los puños dejándo los nudillos completamente blancos,  apretaba su mandíbula y su cuerpo se tensó.

- Bien.- Fue lo único que artículo.

- No lo mates.  Porfavor- Supliqué.

El me miró por unos segundos - No lo mataré- Determino llamando mi atención.- Primero le torturaré. - Finalizó

- Pee-Pero... - Me interrumpió.

- Vete al cuarto al que despertatste. - Me ordenó

- Pe-Pero - Traté de volver a decir.

Mirándome mal, me gritó - ¡Vete al maldito cuarto!

Asustada corrí por el pasillo que anteriormente pasé con Lewis.  Al llegar al cuarto me dejo caer en la cama llorando como estúpida.  Acabo de entregar a un hombre a la muerte,  solo para que no le pase nada malo a mi amiga.  Yo no quería que esto pasara.  Me duele la cabeza y todo me da vueltas.  Me quiero ir.  Él me da miedo.  Soy muy joven para estar viviendo todo esto.  Siento que me falta el aire en los pulmones.  Quiero desaparecer.

Lloro desconsoladamente imaginandome a ese hombre siendo golpeado y mas tarde asesinado. 

Mi vida es una completa mierda.

Con estos pensamientos quedo dormida en la cama que me asignó mi enemigo.
© Carla Gaona,
книга «Te Encontré».
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