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Narra Sophia :

Me despierto con todos los mechones de mi cabello pegados a mi rostro, que debo decir que aún duele por la bofetada de mi padre.

Volteo mi mirada a mi móvil y puedo ver que tiene dos mensajes de Lucy.

Me levanto de la cama no sin antes mirar la hora. Las 18:12 , perfecto, siquiera comí.

Me dirijo al armario y saco un pantalón vaquero negro, junto a un top blanco, me pongo unas pulseras para adornar mis muñecas y por último, mis preciadas Vans. Ya vestida me vuelvo a sentar en la cama con intención de acomodarme para ver los mensajes que se supone que me mandó Lucy.

Lucy

- Manzana, a las 18:30 estaré en la puerta de tu casa, iremos a un bar, según tengo entendido sirven bebidas que valen la pena. 18:01 √√

-No aceptaré un NO como respuesta, así que prepárate. 18:02 √√

-Okey. 18:24 √√

En el momento en que mi mensaje fue visto, cojo mi móvil y salgo del cuarto sin hacer ni el mas pequeño ruido. Lo que menos quiero es despertar a mi papá de su siesta o que mi hermano viniera a regalarme una de sus "amigables" miradas.

Cuando justo estoy apunto de entrar en la cocina, la bocina de un coche me avisa que no voy a poder comer. Como mínimo agarro dos donas con mi mano libre y salgo bufando de la casa, econtrándome a una Lucy tan impecable, como siempre.

- Sé que soy guapa e irresistible, pero vámonos ya. - Egocentrismo en modo: ON. Río mientras niego con la cabeza.

Mientras Lucy iba conduciendo me iba diciendo todo lo que abrá en un bar. Y sí, vale, nunca he entrado en un bar, no sé, como mucho he ido a una cafetería o a un puesto de comida rápida que posan en las calles, pero vamos, cualquiera sabe que se puede encontrar en un bar.

- Lucy. - La llamé queriendo tener su atención.- Se que nunca he pisado un bar y es cierto que no sé como podría ser uno por dentro. Pero sé perfectamente por como llega mi hermano en las noches que está lleno de mujeres con poca ropa, gente borracha y drogada por doquier o gente teniendo sexo en algún rincón o cubículo de baño ¿No es así? - Me expliqué a la perfección

- No amiga mía, eso es una discoteca.- Me corrige riendo.- Un bar es mucho más tranquilo.

- Ah...- Es lo único que digo, totalmente avergonzada mientras oigo las risas provenir de su garganta.

(***)

Media hora después, aquí me encuentro. Golpeteo la mesa del bar en el que nos encontrábamos ¡Ambas! sentadas, esperando a que Lucy vuelva. Se fue a pedirle el número al camarero y desde ese momento no volvió. Mis nervios aumentan por cada minuto que pasa, y creedme, ¡Han pasado varios minutos!. ¿A que se deben mis nervios? Se debe a al grupo de chicos que se encuentra sentado en la mesa de detrás mía, quienes no dejan de mirarme y hacer comentarios subidos de tono, pero a la vez, lo hacen sin que las mesas de alrededor nuestra se den cuenta.

Menos mal este lugar es mas tranquilo...

Siento unos suaves toques en mi hombro. Con esperanza de que sea Lucy me giro encontrándome con nada mas y nada menos que Brad.

- ¿Que haces tú aquí?- Pregunta mirándome con sorna.

Bajo su atenta mirada solo me empequeñezco.

- Acompañar a una amiga. - Expliqué con un tono de voz, casi inaudible.

Escucho su risa burlona, cosa que hizo que levantara la mirada - ¿Amiga? ¿Tú tienes de eso? No te creo. - Se burla.

Justo cuando iba a contestar llega Lucy de la nada y posando frente a mi silla, de pie y plantando cara a Brad.

- Sí, sí tiene, y esa soy yo- Dice con tono serio.

Solo nos miró socorronamente y giró sobre su ege marchándose junto a una rubia de escandalosas caderas, senos y trasero, llamada Rose, capitana de animadoras de nuestro instituto, me odia tanto como yo a ella.

- Siento haberte dejado sola- Se disculpó - Es que... - Antes de que se escusara empecé caminar a la salida.

Por eso es que no quiero venir a lugares como estos. ¡Siempre me deja sola!

- ¡Sophia! ¡Roja! ¡Manzana! - Me llama desesperadamente, pero en ningún momento me detuve.

~¿Para que me invita si mas tarde me dejará sola a merced de unos desconocidos?~ Pienso.

Mientras caminaba por la calle, saqué el móvil para ver que hora era. Las 21:43.

Vi las once llamadas perdidas y veintidós mensajes en whatsapp de Lucy, pero no iba a contestar.

Vi como un coche se paraba justo a mis pies. Asustada traté de dar media vuelta e irme, pero al ver quien era no lo pensé dos veces y sonreí acercándome al carro de Lucke.

-Lucy te está buscando por la zona muy preocupada, roja- Me riñó- Venga sube.

Al subirme al carro solo le di un beso en la mejilla y arrancó hacia casa.

(***)

Al llegar a la puerta de casa, Luke se fue directo a la suya. Cogiendo aire accedí a meter la llave en la cerradura. Al entrar todo estaba oscuro, así que me metí en la cocina encontrándome una nota pegada a la nevera.

Esta noche quiero hablar con vosotros, Matthew y la bastarda. Cuando llegue os esperaré en la sala.

Alfred.

La bastarda

Esa simple frase me retumbaba en la cabeza, repitiéndose una y otra vez, como un eco. Quiero llorar, pero evito hacerlo simplemente dejando la nota en su sitio y retirándome de la cocina.

Subo a mi cuarto quitándome toda la ropa con el fin de bañarme. Entro al cuarto de baño. Antes de meterme a la bañera me miro al espejo. Visualizo con delicadeza mi cuerpo. Mi piel es demasiado palida, parezco una pared pintada de blanco aunque queda realmente bien con mi cabello rojo fuego, con mis labios carnosos rojizos , con mis mejillas y nariz rojas junto a unas pecas que decoran mis pómulos. Bajando la mirada, veo una barriga plana, normal, mi senos son de una normal adolescente que va creciendo, mi trasero se podría decir que es normal, no soy plana pero tampoco me puedo comparar con Cardi B o Kylie Jenner. Vuelvo a subir la mirada y puedo ver que mis caderas no son anchas, pero lo compensa una cintura pequeña. No me quejo.

Después de tanta vista me meto a la bañera después de llenarla de agua templada y jabón con aroma a lavanda.

(***)

Al terminar de bañarme salgo envuelta en una toalla blanca y suave. Me dirijo a mi armario y saco mi pijama.

Escucho la puerta de la casa abrirse, por lo que me doy a entender que mi padre ha llegado y que tal como decía la nota en la que nos nombraba a mi hermano y a mi, debemos bajar a la sala. Salgo del cuerto, y nada más salir me doy de bruces con la espalda de mi hermano.

- Fíjate por donde caminas, ciega- Gruñó este a mi persona.

Bajando la cabeza, solo asentí.

Bajando los dos las escaleras ahí estaba mi padre, en la sala con los brazos y piernas cruzadas, pensativo.

-¿Y bien? - Preguntó Matthew al sentarse junto a el.

Me senté en el sillón mas lejano a ellos.

- Ya debéis conocer la historia de este pueblo.- Comienza a decir mi padre y mi hermano asiente, pero yo niego al no tener ni idea de lo que habla.- Escuchadme con atención. Cada cien años, es decir, un siglo, cuenta la leyenda que un dios con cuerpo de hombre y poder para transformarse en un lobo se alza sobre nosotros junto a sus súbditos, arrebatándonos a nuestras mujeres, hijas, nietas...- Mientras más explicaba, yo más me perdía y creo que mi cara de poker lo demostraba.- Ese mito se volverá a hacer realidad mañana. Mañana vuelven a pasar cien años desde la última vez, hasta que ese dios encuentre a esa mujer que busca. Se dice que las jóvenes de entre quince y treinta años deberán ir a la plaza del centro del pueblo, donde es más visible la luna de sangre, con un solo propósito: Convertirse en la mujer de la bestia.

¿Dios?¿Bestia?¿Luna de sangre?¿Mujer?

- ¿Bestia? - Pregunté atragantandome con mi propia saliva.

- Si.- Sonrió malicioso Matthew.

- ¿Y por que nos cuentas esto a nosotros? - Pregunté no sabiendo si he entendido muy bien lo que nos acaba de contar papá.

Toda la sala quedó en silencio.

- ¿Que edad tienes? - Preguntó mi padre.

Una daga directo al corazón sentí. Vale que me odia, pero siquiera saber la fecha de nacimiento de su propia hija. Decepcionante .

- Quince. - Contesté tragándome la tristeza.

- Bien, entonces debes ir. - Dice con simpleza.

¿Eh?

El miedo, inevitablemente, sacudió todo mi cuerpo de golpe. Mi cuerpo se volvió tembloroso y sin yo quererlo, lágrimas empiezan a surcar de mis ojos. ¿Está hablando en serio?

- Pe-Pero papá, yo-yo... - Empecé a tartamudear ante eso.

- No hay peros que valgan - Pausó mirándome con una sonrisa triunfal - Si no vas por tu propio pie, sus súbditos te llevaran a rastras. Y estoy seguro de que muy agradable no te resultará.

- ¿Súbditos? - Pregunté como toda una retrasada.

- Si. - Afirmó - En pocas palabras: Hombres Lobo - Finalizó levantándose sin quitar su asquerosa sonrisa de la cara.

~¿Hombres lobo? Pero si no existen. Pues entonces yo soy un unicornio ~ Pienso

Veo como Math se levanta y se marcha como vino.

© Carla Gaona,
книга «Te Encontré».
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