SÍMBOLOS
POEMA JUNTO A EMILY DICKINSON Y EL REVERENDO EMERSON
PRINCIPIO DE UNA HISTORIA
CONFECCIONES FEMINAZIS
MAESTROS DE LA PSICOPATÍA
RELAJADO DE SOL EN UN PARQUE OTOÑAL
EL FORNICADO
ALTIVAS PROSTITUTAS
RETRATOS
SONETO XII
FOTOGRAFÍA DE UN PENE. ESCENA DE PERRAS CERDAS COMEDORAS DE MIERDA
EL INFIERNO (TORTURA Y ASESINATO EN SAN SEBASTIÁN)
UN BREVE APUNTE DE LA FILOSOFÍA DEL ARTE
SÍMBOLOS
1

Vosotros que habéis teñido la luz de sombras funestas y demenciales, deberíais de conocer El tratado contra la psicosis, porque esa es la puerta que comunica los infiernos.

2

Para mí los árboles son desde siempre árboles, porque desde siempre han estado en mi vida, en lo secreto y en la rutina de la vida. Lo que poseo de los árboles es el conocimiento de su existencia y su lugar asignado en el infinito. Hay quienes los comprimen a los árboles, a todos los de todos los tiempos, y hacen con los árboles un medallón. Entonces le juran amor y lo nombran y le dicen dios.

Ella era una silla sin nombre y sin ser siquiera casi silla. Yo le miré el respaldo y le ví los huecos y me la follé. No hay más cosa que un joven pene aprensado entre madera, y una silla que volvió a ser silla sin nombre y no ser siquiera, casi ni silla. Otros la han cogido después, y eso que no era suya, y malamente se la llevaron a la misma silla y fueron todos que se la llevaron distinta a la silla. Ahora está en todas partes y todos dicen que es suya.

Vinieron con el medallón y vieron que yo tenía mis árboles, y me los quisieron arrancar y comprimir. Entonces me engañaron, me decían quédate aquí mientras ellos se llevaban a mis árboles a morir, o me tapaban los ojos para quebrarles las ramas frente a mí que no los podía ver, que me contaban luego que
era el viento. Saltaban y se reían haciendo el ruido del viento. Yo no lo podía oir a ese viento chocando contra los árboles míos.

La silla era una silla. Era la silla que quedaba junto al sofá y la que me ofreció sus huecos una noche de estar sentado con el pene en la mano y el ojo en la mujer apantallada en la televisión. La silla que volvió a ser una silla aunque yo sé que siempre fue solo silla y solo fue huecos unos pocos minutos, esos en los que yo la hice poesía, en los que yo la transformé en poema, en uno propio y mío.

Un día, otro día más que volvieron los del medallón y me entraron en lo mío sin decírmelo, lo revolvieron lo que encontraban y lo destrozaron así todo, y llegaron a donde yo guardaba el poema de la silla. Lo copiaron cada uno diferente y lo dijeron en alto para que se les oyese. Y lo decían cada uno diferente y las sillas al final fueron muchas y tuvieron muchos el poema de los huecos y de mi pene adolescente entre las tablas del respaldo de una silla. Que decían luego que era la mía, mi silla. Pero es que a mi silla, a mi poema ninguno se le parecía.
© Borja Wallace Parra Álvarez,
книга «SÍMBOLOS».
POEMA JUNTO A EMILY DICKINSON Y EL REVERENDO EMERSON
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